Ir al contenido principal

He estado pensando mucho en la maternidad. Antes no pensaba en eso porque no estaba en mi prioridades, es más, en varios momentos pensé que no quería. Más que por el hecho de no querer, por el miedo a ser mala madre y traspasarle mis traumas. No es que ahora no tenga esos miedos, es sólo que ahora creo poder compensarlos de otra forma.
Suena cliché, pero de verdad siento que demasiado amor para entregar.
El miedo no me dejará nunca. Creo que ni siquiera yendo al psicólogo.
Hoy es el día de la mamá y a ratos siento envidia por la gente que ama con locura a su mamá. Y también un poco de culpa por sentir que debería querer más a la mía y juzgarla menos.
Cuando pienso en mi mamá pienso en cosas malas y pocas buenas. Con el paso de los años, he ido recordando más mi niñez. Cosas tan simples como recuerdos de cuando tenía 3 o 4 años. Sentarme en las piernas de mi mamá y sentir su olor, pero no era suficiente, así le levantaba la polera y me ponía cerca de su pecho. Recuerdo que me tranquilizaba tanto su aroma. Probablemente recuerdos del vientre materno.
Cuando tenía 4 años, mi hermano iba al colegio y mi papá trabajaba o dormía. Eso significaba que las tardes eran para las dos. Después de almuerzo, nos acostábamos en el sillón (probablemente no había espacio suficiente para mi mamá). Llegaba un momento en que me dormía y cuando me costaba dormir, mi mamá me preguntaba dónde quería el cariño y después de un rato, claramente me dormía. Al rato después, me despertaba para ver los picapiedras, me daba una taza llena de pasas (que claramente no funcionaron para mi menoria) y así pasábamos las tardes regaloneando hasta que alguien llegaba.
No puedo decir que mi niñez fue mala, en realidad fue bastante buena. El problema es que ahora de grande pienso que quizás no era tan buena, sólo que no era lo suficientemente consciente de las cosas que pasaban.
Recuerdo que una navidad se me dio vuelta un vaso, mi papá se enojó demasiado, no sé por qué. Me iba a pegar y mi mamá lo detuvo. Esa defensa se convirtió en un golpe en la espalda de mi mamá, que nos dejó llorando a mi y a mi hermano y a mi mamá insistiendo en que nos comiéramos pronto la cena de navidad. Todavía recuerdo el sabor del pavo que le daban a mi papá en la fábrica, esa mezcla de lágrimas con temor no la pude olvidar nunca.
Es raro, porque esa situación no la pensé nunca hasta la adolescencia, es como si cuando niños no fuéramos capaces de tomar el peso a las cosas. Quizás cuántas veces más pasó esa situación, espero que nunca. Pero lo veo difícil.
Recuerdo cuando llegábamos del colegio con mi hermano. Pleno invierno, con lluvia y saber que mi mamá nos esperaba con algo rico. Años después, tomó un taller de cocina y siempre nos traía algo rico, aunque fuera un milímetro de pastel. No sé exactamente en qué momento dejamos de regalonear. Pensé que era cuando entré al colegio, pero no. Recuerdo salir a andar en bici con mis compañeros del colegio y llevarle flores al volver  a casa.
Quizás cuando empezó a trabajar y estudiar. Se que se cansaba mucho. Yo trataba de ayudar, pero no podía con la exigencia de tener todo perfecto en la casa. Al final todo se transformó en hacer aseo, almuerzo, cumplir con las notas. Y a pesar de eso, siento que nunca fue suficiente. No sólo para mi mamá, para todo mi círculo. Fue difícil lidiar con eso, con tener un hermano perfecto y saber que nunca llegarías a estar cerca de eso. Porque aunque lo fuera, él ya lo habría hecho antes.
Es verdad que nadie te enseña a ser mamá, pero en el caso de mi mamá es peor. Trato de recordar eso siempre, pero se me olvida. Su mamá, mi abuela materna, tuvo cáncer prácticamente desde que mi madre recuerda. Lo único que se de mi abuela materna, es que estaba en cama, que mi mamá con su hermana se tenían que preocupar de las labores domésticas. Que no importaba que mi abuela estuviera en cama porque de igual forma todo debía estar perfectamente ordenado y limpio. Mi mamá era  una niña, que antes de los 15 años, tuvo que ser dueña de casa, que su papá sólo era un apoyo monetario y ni siquiera eso. A pesar de que tenía dinero suficiente para eso.
Trato de justificarla, de perdonar, de no juzgar. Pero se me hace difícil. De vez en cuando recuerdo situaciones que no me hacen sentir orgullosa de ella y pienso que no hay justificación suficiente para eso.
El día que llegó mi periodo, no le dije a nadie, fue un fin de semana. Una mancha. Varias de mis compañeras ya habían tenido el periodo así que suponía que la llegada era inminente. Pero tenía miedo, vergüenza, no sé de qué. No dije nada. Al día siguiente no pude callar, ya era obvio. Me demoré mucho rato en el baño porque no sabía exactamente cómo decirle, la regla? tengo sangre en mi calzón? no sé. No recuerdo que hubiéramos hablado alguna vez de eso en mi casa.  Esta vez mi hermano no podía hablar por mi. Salí del baño y mi mamá estaba cocinando. Estaba apurada, no sé. Tampoco recuerdo bien qué le dije. Sólo recuerdo que no me prestó mucha atención y me dijo: “ponte un pedazo de confort y anda a comprar toallas higiénicas”. Creo que de todas las posibles opciones que pensé, en ninguna estaba la opción de que me dijera eso.
En su momento, no le di mucha importancia, tenía más miedo de no saber qué toalla ocupar ni cómo usarlas. Nadie me enseñó (qué bueno que tenía un dibujito el envase). Creo que me molestó más escuchar cómo le contaba a mi papá y al resto de las visitas, por al menos un mes, que ya me había convertido en una “señorita”.  Hay amigas que contaban que sus familias habían hecho un asado para celebrar, yo por mi parte, sólo tuve un trozo de confort en mi entrepiernas.


Comentarios

Entradas populares de este blog

para esos días terribles

Esto lo encontré en un blog, me gustaron los consejos para superar un mal día... aquí van: Saca las fuerzas de flaqueza de tu interior: Todos los seres humanos tenemos un espíritu intrínseco de sobrevivencia. Algo que nos hace sacar energías y principalmente ánimo desde nuestras entrañas y nos permite sentirnos mejor. Habla con un extraño: En un bar, gimnasio, en la parada de autobús, el taxista, un psicólogo alguien a quien le puedas contar todas tus desgracias de este maldito día y que no te juzgara porque no te conoce. Eso si que ayuda, desahogarse es la clave. Mira a tu alrededor: Ayuda a alguien y verás como cambia tu perspectiva. ¡Ayúdate a ti mismo! Por ejemplo, llena tu tina de agua tibia, échale sales aromáticas y relájate. Arrienda una película: Obviamente debería ser una comedia jocosa, de esas que te hacen reís sin dejarte respirar. Aléjate de la cocina: Si cada vez que tienes un mal día te vas directo al refrigerador en busca de chocolates, pastel, comida china o lo q...

sobre la maternidad

hay muchas cosas de la maternidad que me parecen poco "sexy". Y lo digo así porque pensé que sonaría mejor que asqueroso o asquerocito.  Si me gustaría ser mamá algún día y querer a alguien incondicionalmente, pero no me quita el sueño. A veces pienso que en realidad no quiero porque todo lo que escucho sobre la maternidad me parece detestable. Partiendo por el embarazo en sí. No basta luchar casi toda la vida por no verse tan gorda y el embarazo lo único que te hace es eso, antes y después. El tema del pezón, es algo que me complica. qué mierda es eso de "hacerse el pezón"? WTF! si sé que es, pero me parece realmente asquerocito. Por qué? o sea, qué onda dios que no fue precavido con eso. La vayaina (léase con tonito gringo) ufff, dios mio señor! obvio que los partos normales son más lindis y hippie chic (no chic, pero bueno), pero ay! de sólo pensarlo, recuerdo el temita de las contracciones y las vayainas partidas ( por voluntad propia o porque al doctor se le ...
Yo en clases con el curso donde reemplazo a la profe de lenguaje: estudiante: profe, va a venir a comer a la convivencia de mañana?.  yo: no sabía que había convivencia.  Estudiante: pero profe, si usted nos hace consejo de curso y lenguaje, es como nuestra profe jefe, no nos puede abandonar.  YO: mmm, si podríamos decir que soy como su profe jefe...pero yo tengo clases a esa hora mañana.  Estudiante: ya poh, prooooofe, es que queremos que esté con nosotros, si ya le encargamos la empanada con la bebida.  yo: (disimulando mi total y absoluta felicidad) pucha, no sé si pueda, voy a preguntar. Estudiante: yaaa, pero tiene que venir igual aunque no le den permiso.  yo: ya, ya, bueno, pero si no hace la tarea no vengo (emocionada por mil).    Y así es, como te das cuenta de que puedes ser feliz, con cosas pequeñas, que no importa si por algún aspecto de tu vida te sientes triste o con ganas de mandar todo a la mierda porque siemp...