Recuerdo haber tenido unos 4 o 5 años. Con mi hermano estábamos jugando en la pieza de mis papas. Probablemente nos habían mandado a hacer la cama y obviamente encontramos algo más divertido que hacer. De pronto suena el timbre. No nos gustaban las visitas. Siempre nos escondíamos para no tener que ir a saludar. Mi mamá salió a abrir la puerta, siempre entraba rápido. Si era un vendedor lo despechaba rápido y si eran visitas los hacían entrar y por consecuencia nosotros debíamos ir a saludar. Pasaron quizás 5 minutos y mi mamá no entraba. Era extraño, pero cuando niño uno no se cuestiona tanto las cosas. De pronto las voces de la calle, se oyen más fuerte. Una voz que no recocíamos y la de mi mamá: “no, no, aquí no te puedes quedar”. No sé cómo, pero en cosas de segundos entro una mujer a mi casa, grande y corpulenta, se acerca a la pieza donde estábamos nosotros. Recuerdo que sentí miedo, a pesar de que la mujer no nos miró, fue como si nos hubiéramos vuelto invisible...