Hay veces, como ahora, en que deseo tanto tener más dinero. Y ni si quiera es para comprarme cosas. Es para ir a mi casa, mi casa de verdad, estar con mi familia aunque no hablemos nada, estar ahí en presencia, todos juntos. Porque en el fondo, aunque nos abracemos sólo en año nuevo y en los cumpleaños, todos nos queremos mucho y nos preocupamos por el otro aunque tengamos que adivinar lo que nos pasa. Maldito dinero que coartas mi felicidad.